Hombre de maíz


Hombre de maíz
Instalación
Masa de maíz nixtamalizada y cocida
5 x 3 x 3 m
2011

Imagino una fuerza que desde un hipotético punto central me permitiese invertir mi carne de la manera como se invierte un saco de tela o un simple calcetín. Este acto no se trataría de una inversión limitada a mi propia materialidad y el espacio que ocupa, sino que, en este mismo acto de inversión, necesariamente todo aquello que está enmarcado como materialidad y espacialidad de un “afuera” de mi cuerpo (el cosmos) es retrotraído hacia el lugar que mi carne va desocupando, es decir, es una fuerza de inversión absoluta que implosiona la totalidad en un espacio circunscrito por la periferia de mi carne. Así, mi carne, al ser invertida, se proyecta en una expansión de ilimitados, infinitos y oscuros horizontes, colocando a la totalidad del cosmos en un adentro y a aquel hipotético punto central en un afuera. En este juego de contenido y continente, el linde del cosmos se invertiría y retrotraería de tal manera que quedaría constreñido como un nuevo punto central, de la misma manera el anterior hipotético punto central de mi ser quedaría expandido como linde de la totalidad.

Es evidente que se trata de un hecho materialmente imposible, sin embargo, hay un momento en el que idealmente esto es casi posible. Con el simple hecho de haberlo concebido en la mente estamos demostrando ya su posibilidad ideal. Este acto de inversión en el que la totalidad del cosmos pretende ser abarcada por nuestro entendimiento ocurre en un singular momento; aquel momento en el que me sorprendo por el hecho de que “hay cosas”.  En este acontecimiento, desde un plano lógico e ideal soy el conjunto absoluto y contengo a la totalidad en el mismo momento en que enuncio “hay cosas”. Ahora bien, pareciera que el cierre se ha logrado y mi sorpresa es plena, “hay cosas”, una idea se ha arrojado sobre la totalidad y aparentemente he circunscrito en mi entendimiento la idea de la unidad absoluta.


Cuando me sorprendo (Idea) por el hecho de que haya cosas (Materia), mi mismidad (hipotético punto central) se  invierte y se coloca como la periferia del cosmos intentando abarcarlo todo, pero inmediatamente “cae”, pues al pretender ser la periferia de la totalidad, la materialidad misma desde donde emerge me sale al paso, es decir, al pretender abarcar la totalidad como “idea”, tiende a eyectarse a sí misma de la materialidad de la que emerge, pues dicha materialidad, al ser parte del cosmos tiene necesariamente que abarcarse a sí misma. Podríamos esforzar nuestra cognición para reducir al mínimo la vinculación entre ambas circunstancias -la ideal y la material-, sin embargo, con esto demostramos que nunca tendremos una separación de las mismas, y cuando aparentemente hayamos llegado al punto crítico de separación, cuando casi esté por enunciar que he comprendido en mi maravillarme por el hecho de que haya cosas, la inversión se propulsa nuevamente al estado original sin haber comprendido realmente, nada.